Dos Signos por Ejemplo
ESTETICA – Leyes XII, XIII.
Es Estética la escritura que en su totalidad-conjunto presenta solidez de trazado (esencialmente Robusta), cohesión de estilo (Igual), euritmia de movimiento, equilibrio en la distribución de los elementos de la composición, formas y proporciones armónicas, pulidas, coherentes, estéticas, equilibrio en la relación blanco-negro global, entre lo escrito y lo no escrito y por tanto entre la escritura y los espacios (espacio interpalabra, interrenglón, márgenes), un equilibrio en las relaciones entre el cuerpo central y los alargamientos superiores e inferiores, una alternancia de claroscuros y por tanto Palotes gruesos y Perfiles delgados.
En la valoración del signo conviene distinguir entre Estética formal y Estética espontanea; la primera, más esmerada y generalmente también más tensa, retiene la fluidez, la segunda, más suelta y elástica, la libera. En el primer caso prevalece la forma sobre el movimiento, en el segundo el movimiento sobre la forma.
Otra distinción es entre la estética de una escritura que converge hacia el modelo caligráfico (Modelo) o que diverge con originalidad (Antimodelo).
Orientativamente, una Estética particularmente esmerada e imitadora del modelo se sitúa entorno a los 50 Cg., una Estética Fluida, Antimodelo, en torno a los 70 Cg.
Un grado superior a 70 cg. corresponde una fuerte necesidad de disfrute estético, es también un trazo narcisista, autorreferencial, que sustrae algo al sentido práctico y puede comportar condicionamientos en la esfera relacional, es la Estética del esteta.
El nivel expresivo–formal de una escritura, que Klages llama formniveau, es igual al nivel de las propias representaciones mentales, del eidos más personal[1], y es índice del grado de evolución de la experiencia visual más que de la eficiencia de los registros visuales.[2]
Más allá del pensamiento racional, fundado sobre la palabra y sobre el concepto, existe en el hombre un pensamiento más antiguo, articulado por imágenes, que aparece ya en la primera infancia, después en el sueño y en el simbolismo del adulto y que es parte esencial de su relación con el mundo.[3]
La estética de una escritura es la síntesis de las experiencias sensoriales personales que confluyen en el producto grafico general y reflejan el grado de bienestar, de armonía y serenidad interior.
[1] La asimilación es el proceso por el cual se reconocen interiormente ciertos aspectos del ambiente externo, trasformando hechos y estímulos para adecuarlos a las expectativas ligadas a las experiencias personales. Es denominada “eidética” la imagen subjetiva proyectada sobre el mundo externo, independientemente de la presencia real de los objetos a cuya imagen se refieren.
[2] Le región visual del cerebro puede ser dividida en tres zonas, organizadas desde un punto de vista jerárquico, como sigue: 1. La primera área, más o menos directamente conectada con la retina, conocida como la corteza visual primaria, que se sitúa en la parte posterior del Lóbulo occipital. Esta región es la unidad terminal “de las afferenze” (de los input) del sistema. 2. Vecino a este área está una parte “intermedia” del sistema, que es dedicada a una serie de desempeños especializados de elaboración visual: ocurre que la elaboración del movimiento, de los colores, del reconocimiento de los objetos (y cosas parecidas). 3. Finalmente, el área situada aún más atrás representa el nivel más elevado del sistema visual, es la base de los aspectos más abstractos de la elaboración visual, debe ser relacionada con otras modalidades sensoriales distintas. Ésta zona es la encargada de las operaciones aritméticas, de la escritura, de la actividad constructiva y de la atención espacial. Representa la unidad terminal “efferente” (es decir, de los output) del sistema perceptivo normal. Cfr. M. Solms, O. Turnball, prefazione di O. Sacks, Il cervello e il mondo interno – Introduzione alle neuroscienze dell’esperienza soggettiva, Raffaello Cortina, Milano 2004, p. 236-7.
[3] Comenzamos a pensar por imágenes siendo niños. Nuestro pensamiento es imaginativo porque está ligado a la experiencia sensorial y de ella nace, como demuestran los estudios de Jean Piaget, el pensamiento racional en el curso de diversos años de vida. La dialéctica del pensamiento imaginativo está en el hecho que no es sólo receptivo, sino también proyección de imágenes sobre el mundo. A diferencia del pensamiento racional, que nace de la continua comparación entre la percepción y la reflexión, el Yo y el no Yo, la hipótesis y el experimento, el pensamiento imaginativo abastece a los estratos profundos de la afectividad y del inconsciente. El mundo de lo imaginativo evoluciona no solo siguiendo la exposición del sujeto y de su inconsciente, aún ancestral, a las situaciones relaciones más distintas, sino también siguiendo una particular capacidad de elaboración perceptivo-ideativa del niño denominada por D. Stern cross-modality, según la cual las experiencias en un campo sensorial, y por tanto también en el visual, se transmiten a la gestualidad, al movimiento, y por tanto también a la escritura, integrándose en figuraciones complejas.
[1] La asimilación es el proceso por el cual se reconocen interiormente ciertos aspectos del ambiente externo, trasformando hechos y estímulos para adecuarlos a las expectativas ligadas a las experiencias personales. Es denominada “eidética” la imagen subjetiva proyectada sobre el mundo externo, independientemente de la presencia real de los objetos a cuya imagen se refieren.
[1] Le región visual del cerebro puede ser dividida en tres zonas, organizadas desde un punto de vista jerárquico, como sigue: 1. La primera área, más o menos directamente conectada con la retina, conocida como la corteza visual primaria, que se sitúa en la parte posterior del Lóbulo occipital. Esta región es la unidad terminal “de las afferenze” (de los input) del sistema. 2. Vecino a este área está una parte “intermedia” del sistema, que es dedicada a una serie de desempeños especializados de elaboración visual: ocurre que la elaboración del movimiento, de los colores, del reconocimiento de los objetos (y cosas parecidas). 3. Finalmente, el área situada aún más atrás representa el nivel más elevado del sistema visual, es la base de los aspectos más abstractos de la elaboración visual, debe ser relacionada con otras modalidades sensoriales distintas. Ésta zona es la encargada de las operaciones aritméticas, de la escritura, de la actividad constructiva y de la atención espacial. Representa la unidad terminal “efferente” (es decir, de los output) del sistema perceptivo normal. Cfr. M. Solms, O. Turnball, prefazione di O. Sacks, Il cervello e il mondo interno – Introduzione alle neuroscienze dell’esperienza soggettiva, Raffaello Cortina, Milano 2004, p. 236-7.
[1] Comenzamos a pensar por imágenes siendo niños. Nuestro pensamiento es imaginativo porque está ligado a la experiencia sensorial y de ella nace, como demuestran los estudios de Jean Piaget, el pensamiento racional en el curso de diversos años de vida. La dialéctica del pensamiento imaginativo está en el hecho que no es sólo receptivo, sino también proyección de imágenes sobre el mundo. A diferencia del pensamiento racional, que nace de la continua comparación entre la percepción y la reflexión, el Yo y el no Yo, la hipótesis y el experimento, el pensamiento imaginativo abastece a los estratos profundos de la afectividad y del inconsciente. El mundo de lo imaginativo evoluciona no solo siguiendo la exposición del sujeto y de su inconsciente, aún ancestral, a las situaciones relaciones más distintas, sino también siguiendo una particular capacidad de elaboración perceptivo-ideativa del niño denominada por D. Stern cross-modality, según la cual las experiencias en un campo sensorial, y por tanto también en el visual, se transmiten a la gestualidad, al movimiento, y por tanto también a la escritura, integrándose en figuraciones complejas.
Es de quien ha crecido en un ambiente sustancialmente sereno y ha recibido una educación en el sentido estético rica de estímulos (visuales, pero también sonoros, táctiles, gustativos, olfativos). A un buen nivel del signo corresponde un buen nivel de estructuración personal, a menudo, pero no siempre, acompañada de una adecuada preparación cultural del autor, en cuyo paisaje mental han fructificado el orden, cohesión, consonancia y belleza, música, poesía, matemática, etcétera.[1]
Capacidad de combinar y fundir percepciones diversas en una unidad armónica y coherente, de forma consciente y controlada, capacidad de focalizar la atención, habilidad viso-espacial, precisión en el funcionamiento de los automatismos, impulsos psíquicos armónicos, sentido estético, exigencias estéticas en las relaciones afectivas, cuando el signo es marcado indica imaginación activa y creativa, actitudes artísticas, constancia perceptiva.[2]
La armonización de los impulsos psíquicos puede ser sobre bases conformistas, o sobre bases de originalidad o sobre gradaciones intermedias. La originalidad es el resultado de una sensibilidad acentuada y es correlativa a una emotividad y a una reactividad acentuada en igual grado a ella misma. La originalidad comporta una vitalidad interior proporcionalmente intensa y vivaz, mientras el conformismo comporta una situación plácidamente receptiva, privada de sacudidas, remisivamente adheridas a las sugestiones del ambiente y por tanto en paz con él mismo. La originalidad es rebelión al modo de ser de los otros y conlleva conflictos, el conformismo por el contrario se adecua.[3]
Con Esmerada (formal o espontanea), Modelo y Antimodelo, son complemento a la lectura del grado de Estética también Clara, Elegante, Rara, Fina, Noble, Nítida, Pictórica,[4]
Con Fluida, Antimodelo y Óvalos abiertos arriba: necesidad de disfrute estético, aptitudes artísticas, aumenta Variable, Movimentada, Ingeniosa.
Altos valores de Estética con Grande: auto referencialidad.
ASCENDENTE
El movimiento ascendente, cuyos grados respecto al renglón ideal de base es apreciado con un goniómetro transparente, es centrifugo, se da hacia lo externo, explorativo, asertivo, autoafirmativo.[5]
[1] “Si el alma, como dice Plotino, “es siempre una Afrodita”, entonces ella tiene siempre que ver con la belleza, y nuestras respuestas estéticas son las pruebas de la activa participación del alma en el mundo…Nuestra respuesta estética es inmediata, instintiva, animal, y precede en el tiempo y en lo ontológico a los gustos que devuelven elaborada la respuesta y los juicios que la justifican” J. Hillman, Politica della bellezza, Moretti e Vitali, p. 11; “El alma tiende a animar, a imaginar por medio de imágenes y de símbolos. En alemán, las palabras Bild (imagen) y Bildung (cultura, formación moral) están estrechamente ligadas, así como lo son culto y cultura.”; p. 81.
- Freud: “La utilidad de la belleza no es evidente, que sea necesaria a la civilización no se ve a primera vista, y con todo la civilización no podría ser sin ella.”, in Il disagio della civiltà (1929), Opere, Boringhieri, Torino 1978, vol. X, p. 574.
[2] Variando las relaciones espaciales entre observador y objeto, la identidad, el tamaño y la forma del objeto no varían. El valor adaptativo de esta constancia es evidente, porqué manteniendo una percepción estable de los objetos, no obstante las variaciones de las condiciones perceptivas, están en grado de habitar con más agilidad el mundo que le circunda.
[3] Marchesan, p. 216.
“En la creación artística y en la búsqueda cientifica está la misma experiencia acumulada a convertir objetos de trasferencia imaginativa.”, U. Galimberti, Psiche e techne – L’uomo nell’età della tecnica, Feltrinelli, Milano 1999, p. 215.
[4] “Asociar el lenguaje de la escritura al lenguaje del arte puede facilitar considerablemente el aprendizaje de la metodología grafológica: ayuda a devolver inmediatez el movimiento a la base de cada singular signo grafico, evidencia las motivaciones y los significados, contribuye a memorizar más fácilmente el aspecto grafico–formal del signo. Pero la escritura en cuanto gesto expresivo puede ser asociada también a otras disciplinas, no necesariamente artísticas, que tomen las manifestaciones expresivas humanas como objeto de estudio. Basta aludir por ejemplo los estudios sobre la expresión y sobre la comunicación no verbal, del que se ocupa la antropología, la etología, la semiótica.”, cfr. Ferrea M.L., Segni come disegni – Un approccio alla grafologia attraverso le immagini dell’arte, Edizioni Scientifiche Ma.Gi., Roma, 2004, p. 13.
[5] “Pero si la situación de colaboración perfecta entre personalidad y ambiente (se expresa en la escritura Adherente, nda) asegura las ventajas de una vida sin sacudidas, ni fricciones, ni luchas o fatídicos, pero también la vida un poco monótona arrebata la posibilidad de proyectar fines de gran valor, capaces de empeñar la personalidad por años y dar a la vida un sentido valido, de hacerla algo excitante y notablemente gustosa, transformándola en una obra y hasta en un tejido de obra, saciando el espíritu… La situación feliz por tanto es aquella en la cual la fuerza personal opera con una intensidad de 75 cg. y la del ambiente con una intensidad de 25 cg. Tal situación corresponde a una presión de la personalidad prevalentemente sobre el ambiente, a la cual el ambiente da sin embargo su parte de colaboración cediendo a la presión fecundante de la personalidad, de hecho aceptándola y desarrollándola en si mismo.” Marchesan, p. 147 e ss.
Es de quien ha crecido en un ambiente sustancialmente sereno y ha recibido una educación en el sentido estético rica de estímulos (visuales, pero también sonoros, táctiles, gustativos, olfativos). A un buen nivel del signo corresponde un buen nivel de estructuración personal, a menudo, pero no siempre, acompañada de una adecuada preparación cultural del autor, en cuyo paisaje mental han fructificado el orden, cohesión, consonancia y belleza, música, poesía, matemática, etcétera.[1]
Capacidad de combinar y fundir percepciones diversas en una unidad armónica y coherente, de forma consciente y controlada, capacidad de focalizar la atención, habilidad viso-espacial, precisión en el funcionamiento de los automatismos, impulsos psíquicos armónicos, sentido estético, exigencias estéticas en las relaciones afectivas, cuando el signo es marcado indica imaginación activa y creativa, actitudes artísticas, constancia perceptiva.[2]
La armonización de los impulsos psíquicos puede ser sobre bases conformistas, o sobre bases de originalidad o sobre gradaciones intermedias. La originalidad es el resultado de una sensibilidad acentuada y es correlativa a una emotividad y a una reactividad acentuada en igual grado a ella misma. La originalidad comporta una vitalidad interior proporcionalmente intensa y vivaz, mientras el conformismo comporta una situación plácidamente receptiva, privada de sacudidas, remisivamente adheridas a las sugestiones del ambiente y por tanto en paz con él mismo. La originalidad es rebelión al modo de ser de los otros y conlleva conflictos, el conformismo por el contrario se adecua.[3]
Con Esmerada (formal o espontanea), Modelo y Antimodelo, son complemento a la lectura del grado de Estética también Clara, Elegante, Rara, Fina, Noble, Nítida, Pictórica,[4]
Con Fluida, Antimodelo y Óvalos abiertos arriba: necesidad de disfrute estético, aptitudes artísticas, aumenta Variable, Movimentada, Ingeniosa.
Altos valores de Estética con Grande: auto referencialidad.
ASCENDENTE
El movimiento ascendente, cuyos grados respecto al renglón ideal de base es apreciado con un goniómetro transparente, es centrifugo, se da hacia lo externo, explorativo, asertivo, autoafirmativo.[5]
[1] “Si el alma, como dice Plotino, “es siempre una Afrodita”, entonces ella tiene siempre que ver con la belleza, y nuestras respuestas estéticas son las pruebas de la activa participación del alma en el mundo…Nuestra respuesta estética es inmediata, instintiva, animal, y precede en el tiempo y en lo ontológico a los gustos que devuelven elaborada la respuesta y los juicios que la justifican” J. Hillman, Politica della bellezza, Moretti e Vitali, p. 11; “El alma tiende a animar, a imaginar por medio de imágenes y de símbolos. En alemán, las palabras Bild (imagen) y Bildung (cultura, formación moral) están estrechamente ligadas, así como lo son culto y cultura.”; p. 81.
- Freud: “La utilidad de la belleza no es evidente, que sea necesaria a la civilización no se ve a primera vista, y con todo la civilización no podría ser sin ella.”, in Il disagio della civiltà (1929), Opere, Boringhieri, Torino 1978, vol. X, p. 574.
[2] Variando las relaciones espaciales entre observador y objeto, la identidad, el tamaño y la forma del objeto no varían. El valor adaptativo de esta constancia es evidente, porqué manteniendo una percepción estable de los objetos, no obstante las variaciones de las condiciones perceptivas, están en grado de habitar con más agilidad el mundo que le circunda.
[3] Marchesan, p. 216.
“En la creación artística y en la búsqueda cientifica está la misma experiencia acumulada a convertir objetos de trasferencia imaginativa.”, U. Galimberti, Psiche e techne – L’uomo nell’età della tecnica, Feltrinelli, Milano 1999, p. 215.
[4] “Asociar el lenguaje de la escritura al lenguaje del arte puede facilitar considerablemente el aprendizaje de la metodología grafológica: ayuda a devolver inmediatez el movimiento a la base de cada singular signo grafico, evidencia las motivaciones y los significados, contribuye a memorizar más fácilmente el aspecto grafico–formal del signo. Pero la escritura en cuanto gesto expresivo puede ser asociada también a otras disciplinas, no necesariamente artísticas, que tomen las manifestaciones expresivas humanas como objeto de estudio. Basta aludir por ejemplo los estudios sobre la expresión y sobre la comunicación no verbal, del que se ocupa la antropología, la etología, la semiótica.”, cfr. Ferrea M.L., Segni come disegni – Un approccio alla grafologia attraverso le immagini dell’arte, Edizioni Scientifiche Ma.Gi., Roma, 2004, p. 13.
[5] “Pero si la situación de colaboración perfecta entre personalidad y ambiente (se expresa en la escritura Adherente, nda) asegura las ventajas de una vida sin sacudidas, ni fricciones, ni luchas o fatídicos, pero también la vida un poco monótona arrebata la posibilidad de proyectar fines de gran valor, capaces de empeñar la personalidad por años y dar a la vida un sentido valido, de hacerla algo excitante y notablemente gustosa, transformándola en una obra y hasta en un tejido de obra, saciando el espíritu… La situación feliz por tanto es aquella en la cual la fuerza personal opera con una intensidad de 75 cg. y la del ambiente con una intensidad de 25 cg. Tal situación corresponde a una presión de la personalidad prevalentemente sobre el ambiente, a la cual el ambiente da sin embargo su parte de colaboración cediendo a la presión fecundante de la personalidad, de hecho aceptándola y desarrollándola en si mismo.” Marchesan, p. 147 e ss.
Es de quienes piensan que tienen cosas que decir y hacer, de quienes tienen sueños en el cajón y tienden a juzgar favorablemente la realidad, a mirar el futuro con optimismo y fe en las expectativas.
Es índice de iniciativa, coraje, determinación, ambición, valor, agresividad, disponibilidad a la lucha, espíritu de competición, empuje para el mejoramiento y la modificación de la realidad en sentido positivo y constructivo. Quien escribe ascendente está autosatisfecho de sí, tiene un amplio espectro de aspiraciones y expectativas, está orientado al éxito y está motivado hacer las cosas lo mejor posible por un intrínseco deseo de superación, de excelencia, de invertir en proyectos, de autorrealización.
El signo mejora las habilidades cognitivas, puede tener eficacia positiva o de otro modo ser fuente de posibles frustraciones, conviene por tanto observar bien el contexto en el que se desenvuelve.
La capacidad de promover cosas nuevas, presupone una fuerte motivación, audacia e independencia, por tanto los planes mentales del Ascendente tienen más posibilidades de realizarse si la escritura es también Robusta, Fluida y Enraizada.
En este caso la persona sabe que quiere y como obtenerlo, tiene fe en sus propios potenciales, nutriéndose de sentimientos de competencia y eficacia. Se pone objetivos ambiciosos, afronta pruebas difíciles como desafío para vencer más bien que como peligro para evitar y queda fuertemente comprometido con sus logros (aumentan Esmerada, Ligada, Óvalos angulosos en alto, Recta). Atribuimos los fallos a un empeño insuficiente o a una falta de conocimientos o de habilidades que pueden ser adquiridos; de gestos constructivos, favorecidos por motivaciones intrínsecas y por intereses, frente a las dificultades intensifican el propio empeño y lo mantienen constante; recupera velozmente su propio sentido de eficacia en acompañamiento a fallos o a regresiones (aumenta Interletra ancha); hace proposiciones con aportes personales de creatividad y originalidad (con Variable y Antimodelo).
Afronta situaciones amenazadoras con la seguridad de poder ejercer un control sobre ellas; gracias a sus actitudes eficaces consigue fácilmente éxitos personales, limitando el estrés y la vulnerabilidad a la depresión. No se preocupa por lo imprevisto, que es ante todo fuente de nuevos estímulos, y actúa para optimizar las utilidades subjetivamente esperadas.[1]
Aportando correctivos a los comportamientos optimistas, encuadra realísticamente las situaciones y selecciona instintivamente, pondera los propios modos de actuar, valora las condiciones ambientales en las que debe operar y prevé las consecuencias de las propias acciones (con Interpalabra ancho, aumenta Divergente).
Ascendente y Fluida es la escritura de quien tiene “ascendiente” y que, por desenvoltura en el modo de ubicarse y por seguridad propia, ejercita un cierto atractivo.
Si la escritura es también presionada, por tanto con Palotes gruesos, es de quien tiene carisma, del fascinador que por competencia, prestigio, posición social, ejercita un influjo sobre una o más personas, tiene capacidad de organizar grupos y asumir su dirección, de establecer y hacer observar las reglas del juego, de coordinar las competencias de una red de individuos, habilidades esenciales del líder.
Si es también Grande la agresividad dada por la Ascendente asume connotaciones más fuertes y sale de lo constructivo y de los límites de la aceptabilidad social: es de quien quiere llegar primero, tiene el objetivo de vencer a toda costa e imponer su propia voluntad sin posibilidad de negociación. Alcanza posiciones de
[1] En este ámbito juegan un rol fundamental las expectativas, que definen no solamente el valor del objeto (o evento) sino también el valor de su consecución. La tendencia al logro es dada por la interacción entre las motivaciones mismas al logro, el incentivo representado para obtener el logro y la probabilidad de obtenerlo. En este proceso, hablando de probabilidades y en base al nivel de aspiraciones del sujeto, asume relevancia también la tendencia a evitar el fracaso. Como consecuencia, el individuo con una elevada motivación para evitar el fracaso se orienta o hacia metas altamente probables (condiciones perfectamente comprensibles) o hacia metas cuyo alcance resulta altamente improbable (condiciones paradójicas). La explicación es esta aparente paradoja consiste en el hecho que el fracaso de logros muy difíciles es menos frustrante y resulta justificado, en cuanto experiencia compartida por muchos otros individuos. Cfr. L. Anolli P. Legrenzi, Psicologia generale, Il Mulino, Bologna 2003, p. 221.
[1] En este ámbito juegan un rol fundamental las expectativas, que definen no solamente el valor del objeto (o evento) sino también el valor de su consecución. La tendencia al logro es dada por la interacción entre las motivaciones mismas al logro, el incentivo representado para obtener el logro y la probabilidad de obtenerlo. En este proceso, hablando de probabilidades y en base al nivel de aspiraciones del sujeto, asume relevancia también la tendencia a evitar el fracaso. Como consecuencia, el individuo con una elevada motivación para evitar el fracaso se orienta o hacia metas altamente probables (condiciones perfectamente comprensibles) o hacia metas cuyo alcance resulta altamente improbable (condiciones paradójicas). La explicación es esta aparente paradoja consiste en el hecho que el fracaso de logros muy difíciles es menos frustrante y resulta justificado, en cuanto experiencia compartida por muchos otros individuos. Cfr. L. Anolli P. Legrenzi, Psicologia generale, Il Mulino, Bologna 2003, p. 221.
prestigio no sólo por meritos propios sino también gracias a la prepotencia, sobre la huella de un excesivo deseo de autoafirmación que lo empuja a conseguir la jerarquía del grupo al que pertenece, asegurándose posiciones de control. Intolerancia frente a obstáculos que se contrapongan a la realización de sus aspiraciones, en las relaciones asume actitudes vejatorias, coloca a los otros en posición subalterna y, en casos más evidentes, de sometimiento, estimulando en los interlocutores actitudes y comportamientos agresivos o de protección o de fuga (aumenta Interletra estrecha).
Cuando la ascendencia excede de 75 cg. Hablamos de Ascendente utópico.
El exceso de ascendencia lleva a un alejamiento de la realidad, se hace invasivo, presumido, sobrevalorando las propias fuerzas y posibilidades.[1]
La elevación del propio nivel de aspiraciones excede la utopía, la autoexaltación, en la cual aparecen elementos de grandiosidad y previsiones superoptimistas que rellenan de energía y empujan a una continua actividad eufórica.
Los estados de euforia y excitación, frecuentes en los estados de manía (el contenido del pensamiento maniático, o hipomaniático, es el contrario del depresivo) son desproporcionados respecto a las situaciones que deberan motivarlos. El sujeto atribuye indiscriminadamente un valor positivo y percibe una ventaja significativa por todas las experiencias de su vida, exagera sus capacidades y espera irrealmente resultados favorables a sus esfuerzos.
Las aspiraciones son actitudes que el sujeto asume frente a una meta o a un ideal. Sobre la realización del ideal no existen certezas y las aspiraciones pueden llevar al estado de deseo fantasioso.[2]
Por tanto, si el Ascendente utópico no está acompañado al menos desde el punto de anclaje por el signo Enraizada, ósea de la conciencia de las propias capacidades y de las posibilidades de sus actuaciones, se tienen fantasías solipsistas, dificultades para individualizar objetivos realistas y coherentes con las propias posibilidades, es alto el riesgo de lanzarse en vuelo como Ícaro.
Con Pequeña: la ascendente compensa los sentimientos de baja autovaloración.
Grande + Ascendente: supervaloración de las propias cualidades y de las propias acciones, auto referencia, presunción, búsqueda de estatus, competición.
[1] “La ascendencia más allá de 50 cg. Es proyección de una situación psiconerviosa que produce utopismo y puede producir extravagancias. Por otra parte la situación psiconerviosa proyectada en la ascendencia de cualquier grado puede producir vanidad, esto es una sensación agobiante de vanidad en el valor intrínseco de la personalidad. Esto es debido al hecho de que la ascendencia confiere una iniciativa que acentúa los valores intelectuales y volitivos de la persona y de las sensaciones de tener derecho a una posición social en la cual sea posible colocar los frutos de los propios recursos. Cuando esto no es posible, la sensación de alcanzar vanidad da lugar a agorafobia con sensaciones varias de angustia, sensaciones de anormal longitud de la calle, sensaciones de tener la calle o plaza a nivel del cuello, y similares, y con posibilidad de somatizaciones varias, como taquicardia, angustia, sensación de sofoco, mareos, vértigos, dolores en las piernas y de otro género. Las sensaciones de vanidad alta puede dar lugar también al paro del inconsciente, que el sujeto siente como una incapacidad de concentrar las propias energías intelectuales y volitivas y como un aflojamiento de su personalidad.”, Marchesan, p. 156.
[2] K. Lewin ha introducido el concepto de nivel de aspiraciones que indica el grado de exigencias que el sujeto atribuye a una prestación en la cual el resultado y el rendimiento están ligados a la noción subjetiva del logro o del fracaso. Este estado rebela por vía experimental que el nivel de aspiraciones aumenta después de repetidos logros en la misma proporción y disminuye después de repetidos fracasos. Además, después de la solución positiva de una tarea el tiempo de elección del siguiente se reduce y se tiene la tendencia a resolver inmediatamente las tareas más complejas. Tras el fracaso el tiempo de elección se mantiene idéntico e incluso puede crecer. El aumento del nivel de aspiraciones después del logro y su disminución tras el fracaso es definido como desplazamiento típico (el desplazamiento atípico se tiene por el contrario cuando, después de un logro, el nivel de aspiraciones disminuye, mientras aumenta después del fracaso). También las motivaciones al logro actúan en forma determinante sobre el nivel de aspiraciones del sujeto, conjuntamente con las situaciones sociales, las características personales, la consciencia de las propias capacidades, los impulsos momentáneos y las características de urgencia de las situaciones.
[1] “La ascendencia más allá de 50 cg. Es proyección de una situación psiconerviosa que produce utopismo y puede producir extravagancias. Por otra parte la situación psiconerviosa proyectada en la ascendencia de cualquier grado puede producir vanidad, esto es una sensación agobiante de vanidad en el valor intrínseco de la personalidad. Esto es debido al hecho de que la ascendencia confiere una iniciativa que acentúa los valores intelectuales y volitivos de la persona y de las sensaciones de tener derecho a una posición social en la cual sea posible colocar los frutos de los propios recursos. Cuando esto no es posible, la sensación de alcanzar vanidad da lugar a agorafobia con sensaciones varias de angustia, sensaciones de anormal longitud de la calle, sensaciones de tener la calle o plaza a nivel del cuello, y similares, y con posibilidad de somatizaciones varias, como taquicardia, angustia, sensación de sofoco, mareos, vértigos, dolores en las piernas y de otro género. Las sensaciones de vanidad alta puede dar lugar también al paro del inconsciente, que el sujeto siente como una incapacidad de concentrar las propias energías intelectuales y volitivas y como un aflojamiento de su personalidad.”, Marchesan, p. 156.
[1] K. Lewin ha introducido el concepto de nivel de aspiraciones que indica el grado de exigencias que el sujeto atribuye a una prestación en la cual el resultado y el rendimiento están ligados a la noción subjetiva del logro o del fracaso. Este estado rebela por vía experimental que el nivel de aspiraciones aumenta después de repetidos logros en la misma proporción y disminuye después de repetidos fracasos. Además, después de la solución positiva de una tarea el tiempo de elección del siguiente se reduce y se tiene la tendencia a resolver inmediatamente las tareas más complejas. Tras el fracaso el tiempo de elección se mantiene idéntico e incluso puede crecer. El aumento del nivel de aspiraciones después del logro y su disminución tras el fracaso es definido como desplazamiento típico (el desplazamiento atípico se tiene por el contrario cuando, después de un logro, el nivel de aspiraciones disminuye, mientras aumenta después del fracaso). También las motivaciones al logro actúan en forma determinante sobre el nivel de aspiraciones del sujeto, conjuntamente con las situaciones sociales, las características personales, la consciencia de las propias capacidades, los impulsos momentáneos y las características de urgencia de las situaciones.
[1] D. Evans, Emozioni – La scienza del sentimento, Laterza, Bari 2004, p. 57.
Ascendente + signos de autoafirmación (Fluida, Grande, Palotes gruesos): enfermo de egoísmo o egocentrismo egopatico, actitudes agresivas y hostiles en las relaciones con los otros debidas a una sobrevaloración de sí; mediante la hostilidad y la agresividad el sujeto reafirma su propia fuerza y virilidad.
Con Estática, Modelo: comedida probabilidad de realizaciones y propósitos, las aspiraciones se mantienen en estado de deseo fantasioso, aumenta Recortada inferior, Encumbrada, Superdilatada, Desligada.
Con Fluida, Antimodelo: buenas probabilidades de realizar los propios objetivos.
Con Fluida, Elástica, Interletra ancha: predisposición a estados de felicidad. La felicidad no coincide con la alegría, pero está estrechamente emparentada. La alegría es una emoción fundamental, y, como las otras emociones fundamentales, dura algunos segundos en todo episodio, raramente más de un minuto. La felicidad, por el contrario, es un estado de ánimo, y los estados de ánimo duran mucho más tiempo.[1]
[1] D. Evans, Emozioni – La scienza del sentimento, Laterza, Bari 2004, p. 57.